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lunes, 10 de julio de 2017

El ejercicio físico puede ser contagioso


Disciplinas tan diversas como la economía, la sociología, la medicina, la informática, y la ciencia política se han interesado en la interdependencia de los comportamientos a través de la red social humana. En particular, los científicos se han comenzado a preguntar si nuestra salud y otros comportamientos son contagiosos, ya que nuestras decisiones y acciones afectan a las decisiones y acciones de nuestros contactos. Saber si existen contagios conductuales, comprender cómo, cuándo y en qué medida se manifiestan en comportamientos diferentes, nos permitirá pasar de estrategias de intervención independientes a intervenciones interdependientes más eficaces que incorporen los contextos sociales de los individuos en sus tratamientos”. Esta es la introducción del interesante articulo recientemente publicado “Exercise contagion in a global social network”.
 Los autores han analizado los patrones registrados de ejercicio físico diario de más de un millón de personas, en total superaron los 350 millones de kilómetros, en una red social global de corredores durante más de 5 años. Este registro mostró que el ejercicio es socialmente contagioso y que su contagiosidad varía con los niveles relativos de actividad, y de las relaciones de género entre amigos. Los corredores menos activos influencian a los corredores más activos, mientras que lo contrario no es cierto. Tanto hombres como mujeres influyen en los hombres, mientras que sólo las mujeres influyen en otras mujeres.
Los autores intentan explicar este contagio social a través de teorías como la de la “Incrustación”, la de la Diversidad Estructural y la del Contagio Complejo que explican en suplementos aparte.


En temas como la obesidad y la felicidad  ya disponemos de estudios sobre su “contagio social”, como ya vimos en la entrada del blog ¿Es la obesidad contagiosa?
Acaban los autores comentando que, aunque la línea de investigación sobre cómo influye o se contagian los comportamientos en salud  tiene un tremendo potencial para mejorar la política social, económica y empresarial, su avance científico ha sido obstaculizado por tres desafíos empíricos distintos. Primero, aunque las correlaciones entre los comportamientos y resultados de individuos socialmente conectados son ubicuas, los efectos causales de influencia social son más difíciles de identificar. En segundo lugar, los estudios de contagio social sufren actualmente de un error sustancial de medición. Y en tercer lugar, la investigación actual sobre la influencia social tiene una generalización limitada.
Paco Camarelles
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