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domingo, 7 de noviembre de 2021

Riesgos médico-legales asociados con la atención fragmentada en la práctica de la medicina de familia.


Entendemos la "Continuidad de la atención" o “Longitudinalidad” al manejo integral de un paciente por un solo profesional sanitario, o una red bien integrada de ellos en estrecha comunicación. La definición de atención fragmentada no está establecida, pero se considera que son tres o más médicos generales diferentes que manejan la misma enfermedad de base o motivo de atención.

La longitudinalidad es una característica básica de la atención primaria, y como bien dice Albert Planes: “Sin longitudinalidad no hay atención primaria”. Existe una gran cantidad de literatura científica que demuestra el beneficio de la continuidad de la atención con respecto a la satisfacción del paciente (The association between continuity of care and outcomes: a systematic and critical review), la reducción de la mortalidad (Continuity of care with doctors—a matter of life and death? A systematic review of continuity of care and mortality), y la reducción de la hospitalización evitable (Association between continuity of care in general practice and hospital admissions for ambulatory care sensitive conditions: cross sectional study of routinely collected, person level data).

Pero no solo la longitudinalidad es deseable por las razones descritas, también su falta comporta riesgos para la salud de los pacientes. Un artículo australiano reciente analiza los riesgos médico-legales asociados con la atención fragmentada en la práctica de la medicina de familia (Medicolegal risks associated with fragmented GP care). En el artículo se hace una revisión de quejas a médicos australianos, reclamaciones por negligencia médica y casos de médicos forenses. Han encontrado tres áreas clave en las que la atención fragmentada se asoció con resultados adversos: retraso en el diagnóstico o perdida del mismo, prescripción inapropiada; y fracaso de la medicina preventiva.



Con respecto al retraso en el diagnóstico o perdida de este, influye no darse cuenta el profesional de los signos clínicos tempranos de enfermedad, no reevaluar el diagnóstico cuando el tratamiento no fue eficaz, el centrarse en tratar el síntoma que presenta el paciente, la falsa tranquilidad derivada de que el paciente ya ha sido atendido en la atención secundaria, y el no darse cuenta de la importancia de los resultados de las pruebas o análisis pedidos por otros médicos.

Pero también la atención fragmentada es un fracaso de la medicina preventiva, con la falta de abordaje de los factores de riesgo modificables de la enfermedad vascular como la dislipemia o la hipertensión, o los estilos de vida por ejemplo. La prevención requiere el compromiso y la motivación del paciente, un seguimiento regular, y un control de los objetivos conseguidos.

Hacer frente a los riesgos de la atención fragmentada es un imperativo ético para cada médico que atiende en su consulta a pacientes que no son de su cupo. No nos podemos escudar en decir "no era mi paciente" o "yo no era su médico habitual". Por otra parte, hay estrategias para intentar minimizar los riesgos de atender a un paciente no conocido. Pero quizás, la responsabilidad aparte de nuestra para evitar errores, es de los gestores sanitarios. No es de recibo que en mi centro de salud llevemos ya 6 meses repartiendo la consulta de una compañera de baja laboral. No se lo merecen los pacientes ni los médicos, y se debería denunciar a los gestores que lo permiten, que no son conscientes de los riesgos médico-legales asociados con la atención fragmentada.

Paco Camarelles

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