Es común recomendar a nuestros pacientes que eviten la comida frita, por lo menos ese era mi consejo, ya que sabíamos que la comida frita se relacionaba con los factores de riesgo de la enfermedad cardiaca (como la hipertensión, el colesterol alto y la obesidad). Un nuevo estudio español publicado en el British Medical Journal nos ha aportado datos que pueden hacernos cambiar nuestra opinión sobre la comida frita. El estudio es un estudio prospectivo de una cohorte, en el que se han analizado los hábitos alimenticios y la salud de casi 41,000 adultos (entre los 29 y los 69 años de edad) que no sufrían de enfermedad cardiaca al inicio del estudio, y que han sido seguidos durante once años. Los participantes se dividieron en cuatro grupos dependiendo de cuánta comida frita consumían. Durante el periodo de seguimiento del estudio, hubo 606 eventos relacionados con la enfermedad cardiaca y 1,134 muertes. Los investigadores no encontraron que hubiera asociación entre el consumo de comida frita y el riesgo de enfermedad cardiaca o muerte. Los investigadores concluyen que freír la comida con aceite de oliva o girasol no se asocia con mayor riesgo de enfermedad coronaria o mayor riesgo de mortalidad.
El estudio español ha sido comentado por el Medline Plus, que también comenta un estudio reciente publicado en el American Journal of Clinical Nutrition. Las personas que intentan bajar de peso suelen adherirse a dietas específicas que restringen las porciones de grasa, carbohidratos y proteína, pero de donde provienen las calorías no importaría tanto como el simple hecho de reducir la cantidad que se consume, según este estudio. Los autores señalan que el principal indicador de la pérdida de peso fue la 'adherencia' a la dieta, aquellos participantes que seguían mejor la dieta, perdían más peso que aquellos que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario