Se ha publicado recientemente la Guía
de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) 2024 para el manejo de la presión
arterial elevada e hipertensión. 2024 ESC Guidelines for the management of elevated blood pressure and hypertension.
Destacamos de la nueva Guía dos aspectos útiles para el manejo de la hipertensión arterial en la consulta. Las medidas no farmacológicas relacionadas con el estilo de vida, y la aproximación a la atención centrada en el paciente en el manejo del paciente con hipertensión.
Con respecto a las medidas no farmacológicas
estas son las recomendaciones:
- Se recomienda restringir el sodio a aproximadamente 2 g por día en todos los adultos con presión arterial elevada e hipertensión, siempre que sea posible [esto es equivalente a unos 5 g de sal (cloruro de sodio) por día o alrededor de una cucharadita o menos]. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia A
- Se recomienda realizar ejercicio aeróbico de intensidad moderada durante ≥150 minutos por semana (≥30 minutos, 5-7 días por semana), o alternativamente 75 minutos de ejercicio aeróbico de alta intensidad por semana, distribuidos en 3 días. Esto debe complementarse con entrenamiento de resistencia dinámico o isométrico de baja o moderada intensidad (2-3 veces por semana) para reducir la presión arterial y el riesgo cardiovascular. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia A
- Se recomienda mantener un IMC estable y saludable (p. ej., 20-25 kg/m²) y valores de circunferencia de cintura saludables (p. ej., <94 cm en hombres y <80 cm en mujeres) para reducir la presión arterial y el riesgo cardiovascular. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia A
- Se recomienda adoptar una dieta saludable y equilibrada, como las dietas mediterránea o DASH, para ayudar a reducir la presión arterial y el riesgo cardiovascular. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia A
- Se recomienda que los hombres y las mujeres consuman menos alcohol que el límite superior, que es aproximadamente 100 g/semana de alcohol puro. La cantidad de bebidas que esto representa depende del tamaño de la porción (cuyos estándares varían según el país), pero la mayoría de las bebidas contienen entre 8 y 14 g de alcohol por bebida. Preferiblemente, se recomienda evitar el alcohol para lograr los mejores resultados de salud. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia B
- Se recomienda restringir el consumo de azúcares libres, en particular las bebidas azucaradas, a un máximo del 10% de la ingesta energética. También se recomienda desalentar el consumo de bebidas azucaradas, como refrescos y jugos de frutas, desde una edad temprana. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia B
- Se recomienda dejar de fumar, iniciar cuidados de apoyo y referir a programas de cesación tabáquica, ya que el consumo de tabaco causa de manera fuerte e independiente enfermedades cardiovasculares, eventos cardiovasculares y mortalidad por todas las causas. Clase de recomendación I, Nivel de evidencia A
- En pacientes con hipertensión sin enfermedad renal crónica moderada o avanzada y con una alta ingesta diaria de sodio, se debería considerar un aumento de la ingesta de potasio en 0.5–1.0 g/día, por ejemplo, mediante la sustitución de sodio con sal enriquecida con potasio (que contiene 75% de cloruro de sodio y 25% de cloruro de potasio) o mediante dietas ricas en frutas y verduras. Clase de recomendación IIa, Nivel de evidencia A
- En pacientes con enfermedad renal crónica o que toman medicamentos ahorradores de potasio, como algunos diuréticos, inhibidores de la ECA, ARBs o espironolactona, se debería considerar la monitorización de los niveles séricos de potasio si se está incrementando la ingesta de potasio en la dieta.
La atención centrada en el paciente se define como una actitud del profesional de la salud que se alinea estrechamente con las preferencias y necesidades del paciente. En el enfoque centrado en el paciente, estos son vistos como participantes activos en la atención sanitaria, quienes trabajan como socios junto con los profesionales de la salud. Aunque existe evidencia limitada sobre la eficacia y efectividad de estrategias de toma de decisiones compartidas específicas en el cuidado de la hipertensión, se considera un imperativo ético en la práctica de la atención médica, en las políticas de salud y en las guías clínicas. Los cuatro pilares de esta atención sanitaria centrada en el paciente son: comunicar las consecuencias del tratamiento y seguimiento, la auto medición y el automonitoreo, facilitar la adherencia y persistencia en el tratamiento, y el manejo multidisciplinar.
Un enfoque centrado en el
paciente está asociado con tasas más altas de satisfacción, una mejor
adherencia a las recomendaciones y prescripciones, y un mejor tratamiento,
particularmente en el manejo de enfermedades crónicas, como la hipertensión.
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