lunes, 26 de mayo de 2014

Incentivos económicos para el cambio de la conducta en salud


La Universidad de York (UK) acaba de publicar una interesante revisión sistemática y meta análisis sobre la eficacia de la incentivación económica para conseguir un cambio de conducta en salud. Se han analizado estudios de intervenciones en ámbitos fuera de la práctica clínica y en países de altos ingresos económicos. Cual es el papel de los incentivos económicos en este cambio es un tema que se está estudiando en diversos campos:  
  • La actividad física. Mencionar una experiencia que premiaba a los empleados de una empresa según los niveles de actividad física alcanzados, los que recibían incentivos acumularon más actividad física. Los autores llegan a la conclusión de que la incentivación podría ser costo efectiva para los empleadores ya que se alcanzaban mayores niveles de productividad y mayor calidad de vida en los empleados incentivados. 
  • En la pérdida de peso. A los que se les incentiva económicamente para perder peso parece que lo pierden de forma significativa al hacerles seguimiento, pero esta pérdida no se mantiene en el tiempo (estudio publicado en 2011).  Hay hasta experiencias en las que se establecen apuestas que gana el que consigue mayor perdida de peso (LAT). Muchos tenemos la percepción de que es difícil que nuestros pacientes pierdan peso en nuestras consultas de atención primaria, sin embargo si  estos mismos pacientes acuden a clínicas privadas alcanzan mas fácilmente sus objetivos, siendo una explicación la que les cuesta dinero adelgazar (incentivo económico inverso).
  • En el abandono del tabaco. Los incentivos y competiciones para dejar de fumar fueron motivo de una revisión Cochrane en 2011 que nos dice que, salvo en un estudio, los incentivos y competiciones no han demostrado que aumenten el abandono del tabaco a largo plazo. 
  
La revisión publicada por la Universidad de York nos proporciona una aproximación científica más fundamentada sobre el tema. La mayoría de los estudios analizados se centraron en el abandono del tabaco, la promoción de la vacunación y la actividad física. Los autores concluyen que la evidencia disponible sugiere que las intervenciones que proporcionan incentivos financieros son más efectivas que la atención habitual o ninguna intervención para fomentar el cambio de comportamiento en salud.
Miguel Ángel Mañez en su blog Salud con cosas revisó el tema de incentivación económica para el cambio de conductas en salud y lo explica muy bien, incluso introduciendo la discusión de cual debe ser la cantidad del incentivo económico para que este sea efectivo (VER presentación). Dos aspectos me parecen que son de especial interés en este tema, uno son las reflexiones éticas que conlleva dedicar recursos a incentivar conductas saludables (justicia social, respeto a la autonomía del paciente, riesgos y potenciales beneficios). Otro es el resultado a largo plazo de estas intervenciones.
Nos quedaría por hablar sobre si los incentivos económicos pueden hacer que los profesionales sanitarios cambien su conducta, y se impliquen en la realización de actividades preventivas que parece que así es según un estudio de 2013. Pero este es un tema para otra entrada en el blog.

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