Intervenimos menos de lo que deberíamos en nuestros
pacientes fumadores. Y los protocolos disponibles nos proponen a veces
intervenciones sobredimensionadas, sin evidencia científica ni repercusión
terapéutica. Es necesario realizar intervenciones más sencillas, útiles y
basadas en la evidencia que nos ayuden en el desempeño de nuestro trabajo,
dejando de hacer aquellas que no aporten. En el artículo “No hacer», también en tabaco”, recientemente publicado en la revista Atención Primaria por nuestros
compañeros Eduardo Olano y Cesar Minué
del Grupo de abordaje al tabaquismo de la somamfyc, hacen una necesaria
revisión crítica del lamentable servicio de Atención al Fumador de la Cartera de Servicios
de la Comunidad de Madrid, y proponen una serie de alternativas que permitan
una intervención más sencilla, efectiva y basada en pruebas.
Algunas propuestas del “No hacer», también en tabaco”, se han comentado en el blog. Como la que el abordaje del tabaquismo siguiendo la teoría de las fases del cambio aporte una mejor atención que las intervenciones no basadas en estadios. Cómo cambiar conductas de salud (6): los estadios de cambio de Prochaska y Diclemente. Y la poca evidencia de hacer espirometrias a fumadores asintomáticos. Vamos a llamar TABAQUISMO a la EPOC Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica.
La cuantificación en paquetes años del consumo de tabaco tampoco aporta nada a la intervención en tabaco, así como la proliferación de tests para medir la dependencia física al tabaco como el conocido test de Fagerström, o las características del fumador como el test de Richmond, y el test de Glover-Nilsson.
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