La esperanza es un arma terapéutica. Traducción imperfecta de:
Hope is a therapeutic tool
No tengas miedo de usarla
Todos los que han sido pacientes, o han
acompañado a un familiar para ver a un médico, reconocen la importancia de la
relación médico-paciente. En su corazón está la necesidad del paciente de
comprender lo que está mal, ser entendido, y recibir esperanza. Aunque es de
sentido común que la esperanza es un elemento fundamental para superar
cualquier enfermedad, el papel del clínico en fomentar la esperanza se ha reconocido como uno de los elementos distintivos del "arte de la medicina",
basándose en la experiencia personal y el instinto. De hecho, la esperanza es una
herramienta terapéutica práctica que se puede optimizar al igual que cualquier
otro enfoque de manejo clínico.
A pesar de la considerable atención prestada
a la relación médico-paciente en la formación médica, tradicionalmente se
ha descuidado a la esperanza. Muchos médicos todavía no tienen una idea clara
sobre cómo utilizar la esperanza como terapia, al tiempo que se mantienen
realistas y veraces sobre la incertidumbre, y la posibilidad de tener resultados
de salud malos. El entrenamiento en habilidades de comunicación nos recomienda
que evitemos decir: "Usted va a mejorar", porque raramente existe tal
certeza y, en el caso de pobres resultados, las expectativas incumplidas
erosionarán la confianza medico-paciente. Los médicos tememos ofrecer falsas esperanzas y podemos terminar ignorando por completo la cuestión de la esperanza. Esto es
particularmente desafiante para aquellos de nosotros que cuidamos pacientes con
enfermedades crónicas y progresivas; tememos ser considerados incompetentes cuando no
tenemos tratamientos curativos que ofrecer.
Esperanza versus optimismo
Al abordar estas dificultades, es importante
diferenciar la esperanza del optimismo. El optimismo es la confianza de un
individuo en un buen resultado, mientras que la esperanza es una forma de
pensar orientada a una meta que hace que un individuo invierta tiempo y energía
en la planificación de cómo lograr sus objetivos. Consiste en dos componentes
interactivos: en primer lugar, vías o rutas para alcanzar los objetivos
deseados y, en segundo lugar, la intención y persistencia de alcanzar el objetivo individual. Por ejemplo, una persona
optimista con asma esperaría pocos ataques y no llevaría su inhalador, mientras
que una persona con esperanza esperaría no tener ataques, pero se aseguraría de
que su inhalador estuviera siempre disponible para cuando fuera necesario.
Un estudio que utilizó la escala Children's
Hope demostró que la esperanza era un poderoso predictor de adherencia al
tratamiento del asma en los niños, medida por la monitorización electrónica del
uso del inhalador. Otro estudio más reciente siguió a jóvenes (de 10 a 16 años)
con diabetes tipo 1 durante seis meses para explorar la asociación entre la
esperanza y el optimismo de los pacientes, medida con escalas validadas, y la
adherencia al tratamiento. Los autores encontraron que el cambio en la
esperanza (pero no el cambio en el optimismo) fue un predictor significativo de
mejoría tanto en el control glucémico como en la auto monitorización de los
niveles de glucosa en sangre.
Explicación biológica
Los beneficios terapéuticos son biológicamente
plausibles si la esperanza se ve como un tipo de efecto placebo. Sabemos que
los placebos a veces se asocian con beneficios terapéuticos en una variedad de
enfermedades. Los tamaños de los efectos pueden ser grandes, como se observó en
los estudios del manejo del dolor y la enfermedad de Parkinson, y está estableciéndose actualmente su base neurobiológica. Los estudios que usan la tomografía por
emisión de positrones y la resonancia magnética funcional (RM) sugieren que los
placebos se asocian con un cambio en los niveles de neurotransmisores y la
activación de las regiones cerebrales involucradas en la recompensa y la
atención.
Se ha demostrado que la esperanza protege
contra la ansiedad, y un estudio reciente de RMN funcional en 231 adolescentes
informó de la asociación entre esta con la ansiedad y la actividad en la
corteza orbito frontal. Esta parte de la corteza ayuda a la motivación, a la
resolución de problemas y al establecimiento de metas en nuestros
comportamientos.
¿Pueden los médicos influir en la esperanza
de un paciente? Existen pruebas preliminares de que la intervención breve
basada en la esperanza con evocación de escenarios positivos, y pensamientos y formas
de pensar dirigidas, pueden ser efectivas en el manejo del dolor. Sin embargo,
los médicos a menudo creen que los pacientes esperan una mejoría sustancial o
cura y no siempre ven la capacidad de un paciente para procesar la discapacidad
y adaptar sus objetivos de tratamiento. Esto es evidente en el tratamiento de
la esquizofrenia, por ejemplo. Mientras que los psiquiatras están preocupados
por reducir los síntomas y alcanzar un funcionamiento previo, la perspectiva
del paciente es más sobre cómo lograr la independencia y mantener la esperanza.
Alentar la esperanza significa negociar una comprensión clara de los objetivos
del tratamiento a través del diálogo, el entendimiento mutuo y un proceso de
ajuste y aceptación.
La esperanza puede ser uno de los aspectos
terapéuticos más poderosos de la relación médico-paciente. Enmarcar el concepto
como parte del arte de la medicina corre el riesgo de volverlo intangible y
potencialmente inalcanzable. Comprender que la esperanza es una construcción
psicológica mensurable, asociada con un mecanismo neurobiológico plausible y
beneficios clínicos, debe ayudar a los médicos a priorizar las habilidades
requeridas y utilizar la esperanza en todo su potencial en todos los encuentros
clínicos.
El grupo de educación sanitaria y promoción de la salud del PAPPS os desea esperanza y felicidad para estas fiestas navideñas.
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