jueves, 8 de febrero de 2024

Determinantes sociales de la salud (2): ¿Cómo influye el nivel de educación en la mortalidad?

Sabemos que existe un efecto positivo de la educación en la reducción de la mortalidad adulta por todas las causas; sin embargo, la magnitud relativa de este efecto no se ha cuantificado sistemáticamente. El objetivo del estudio Effects of education on adult mortality: a global systematic  review and meta-analysis ha sido estimar la reducción de mortalidad adulta por todas las causas asociada a cada año de escolaridad a nivel mundial.

La educación mostró una relación dosis-respuesta con la mortalidad adulta por todas las causas, con una reducción promedio en el riesgo de mortalidad del 1,9% por año adicional de educación. El efecto fue mayor en los grupos de edad más jóvenes que en los de mayor edad, con una reducción promedio en el riesgo de mortalidad del 2,9% asociada con cada año adicional de educación para adultos de 18 a 49 años, en comparación con una reducción del 0,8% para adultos mayores de 70 años. No se ha encontrado ningún efecto diferencial de la educación sobre la mortalidad por todas las causas por sexo o nivel socioeconómico. Estos hallazgos son similares a los efectos protectores de una buena alimentación y adecuada actividad física, y los daños de factores de riesgo como fumar y el consumo de alcohol.



Los efectos de la educación sobre el riesgo de mortalidad están mediados por los comportamientos de salud; por ejemplo, un menor nivel educativo se correlaciona con mayores tasas de enfermedades cardiovasculares y mortalidad por cáncer. Un nivel de educación superior facilita el acceso a mejores empleos, mayores ingresos, atención médica de calidad y mayor conocimiento sobre la salud.  Además, las personas con mayor nivel educativo tienden a desarrollar un conjunto más amplio de recursos sociales y psicológicos que configuran la salud y duración de sus vidas.

Los hallazgos del estudio apoyan el papel universal de la educación para mejorar la salud, y que las inversiones para reducir las disparidades en educación pueden servir como un importante motor para reducir las desigualdades en salud.

Los autores concluyen que la educación no puede seguir ignorada como un importante determinante social de la salud. Considerar las inversiones en educación como inversiones en salud puede ayudar a abordar esta negligencia.

Paco Camarelles

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