🩺 ¿Tiene sentido
invertir en prevención si no reduce los costes del sistema sanitario?
Hay un
creciente interés global en invertir en la prevención de enfermedades, no solo
para mejorar la salud, sino también para reducir los costes sanitarios. La idea
parece sencilla: si las personas comen mejor, hacen más ejercicio y adoptan
estilos de vida más saludables, sus gastos médicos deberían disminuir.
Un nuevo análisis publicado en JAMA Health Forum Can Prevention Save Money? advierte: la mayoría de las intervenciones preventivas no son “gratis” ni “ahorradoras”, aunque sí son muy valiosas.
(Traducimos y
adaptamos lo más importante del articulo para el blog).
Pero
hay un problema con este planteamiento bienintencionado. Si se espera que la
prevención mejore la salud y ahorre dinero, mientras que a los
tratamientos tradicionales solo se les exige mejorar la salud (aunque tengan un
coste), entonces se está sometiendo a la prevención a un estándar mucho más
estricto, uno que tal vez no pueda cumplir.
Cuando
se introduce un nuevo tratamiento, la pregunta clave es si mejora la salud
siendo seguro y eficaz. Luego se pregunta si vale la pena su coste. ¿El
beneficio en salud justifica su precio? Es un cálculo incómodo, pero necesario
en un mundo con recursos limitados.
En
lugar de enfrentarse a ese cálculo, se podría esperar evitar tratamientos
costosos invirtiendo en prevención. Pero esto impone otra exigencia: ¿la
prevención ahorra dinero? ¿Debe juzgarse un programa de estilo de vida —que
fomente mejor sueño, dieta o ejercicio— solo si reduce los costes futuros?
¿Solo es exitosa la prevención si “cuesta menos que cero”? Este enfoque es
erróneo. ¿Y si un programa mejora la salud, pero aumenta ligeramente el gasto?
¿Debería abandonarse? ¿Y si mejora mucho la salud, pero también aumenta
significativamente el gasto? ¿Aun así valdría la pena?
Las
intervenciones preventivas, al igual que otros tratamientos, deben evaluarse en
función de si el beneficio en salud es suficientemente grande como para
justificar su coste. Y contrariamente al relato popular, los programas de
prevención (como muchos de prevención y cesación tabáquica) suelen costar
dinero en lugar de ahorrarlo, incluso considerando los beneficios en salud a
largo plazo. La prevención puede ser coste-efectiva, pero eso es
distinto a ser ahorradora. Esto no significa que la prevención no
funcione, sino que no es gratuita.
¿Existen
políticas que mejoren la salud y, a la vez, reduzcan los costes sanitarios a
largo plazo? Sí, ocasionalmente, pero en un conjunto muy limitado de
intervenciones, como la colonoscopia en hombres de 60-64 años o las vacunas
infantiles, donde la reducción de gasto posterior compensa el coste inicial.
Para
saber si una intervención preventiva mejora la salud y reduce costes, hay que
considerar tres cosas:
- Que el coste de la intervención sea lo
suficientemente bajo.
- Que los cuidados médicos que se eviten
sean muy costosos (como una visita a urgencias o el tratamiento de
insuficiencia cardíaca).
- Y, lo más ignorado: cuántas personas deben
recibir la intervención para evitar ese evento costoso (el número
necesario a tratar, NNT).
Programas
con alto coste y poco beneficio en salud son un desperdicio. Algunos programas
de intervención en estilo de vida inicialmente prometedores, tras ser evaluados
en ensayos clínicos rigurosos, no mostraron beneficios significativos en salud
ni en costes. Un ensayo clínico aleatorizado mostró que un programa de
bienestar en el trabajo (actividad física, nutrición, manejos del estrés y otros)
no tuvo impacto significativo en peso,
presión arterial, gasto en salud, absentismo laboral o desempeño laboral. Otro ensayo reciente
sobre alimentación saludable para hogares enteros tampoco mejoró el control
glucémico (HbA1c).
Una
respuesta a estos resultados es hacer programas más largos o intensivos, lo que
puede mejorar los resultados, pero también aumenta los costes.
Esto
no significa que la prevención no pueda mejorar la salud y reducir costes. A
medida que la atención médica se encarece, es más fácil que una alternativa más
barata ahorre dinero. Pero actualmente hay pocas pruebas de que los
programas de estilo de vida reduzcan los gastos lo suficiente, en una
proporción suficiente de personas, como para que haya ahorro total. Muchos ni
siquiera mejoran los resultados en salud.
Ignorar
esta realidad es un error común. Gobiernos y organizaciones han invertido mucho
esperando ahorrar, pero esas altas expectativas y mayores gastos pueden
explicar por qué los resultados han sido decepcionantes.
La
prevención debe juzgarse por si mejora suficientemente la salud en relación con
su coste, no por si ahorra dinero. Ese coste no tiene por qué ser negativo para
que la intervención valga la pena.
🔍 ¿Qué
deberíamos exigirle a la prevención?
- Que tenga un impacto real en salud.
- Que sea razonablemente coste-efectiva.
- Que esté bien dirigida a los grupos que
más se beneficien.
- Que forme parte de una visión a largo
plazo en salud pública.
📢 En
resumen:
💬 “La prevención no
siempre ahorra dinero, pero sí salva vidas. Y eso ya es un motivo más que
suficiente para invertir en ella.”
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