Existe literatura científica
que evidencia la relación entre el estrés y diferentes enfermedades no
transmisibles, de las que las más importantes son la enfermedad cardiovascular
(promueve la aterosclerosis y los eventos cardiacos), el cáncer (posible), y la
diabetes (por efectos neuroendocrinos directos y por estilos de vida poco
saludables).
A su vez, el estrés influye
sobre los estilos de vida, por un lado propicia conductas adictivas como el
consumo de tabaco y alcohol, y por otro, hace más difícil entre las personas ya
consumidoras el abandonar estos hábitos. En general, el estrés se asocia con
peores estilos de vida, influye sobre la práctica de ejercicio físico y sobre
los hábitos alimentarios.
Cualquiera de nosotros, en
mayor o menor frecuencia, ha experimentado el stress en algún momento. En mi consulta
les explico a mis pacientes que cierto nivel de stress nos permite sobrevivir en
la jungla del día a día. El problema viene cuando hay una sobrecarga emocional
que experimenta la persona, vinculada a una exigencia desproporcionada del
ambiente, y que se manifiesta en un estado de nerviosismo que requiere un
sobreesfuerzo por parte de la persona, lo que le pone en riesgo de enfermar.
Rasgos personales como la
autoestima, el control, el afrontamiento de diferentes situaciones, el apoyo
social y la fortaleza personal, determinan la respuesta personal frente al
stress. Por otra parte en la consulta es frecuente encontrarnos con crisis
psicosociales o situaciones vitales estresantes y conflictos potencialmente
generadores de problemas como motivo de consulta o subyacentes a patología orgánica.
Hacer
frente al stress en la consulta implica tener presente la importancia del
bienestar emocional e informar y ayudar a los pacientes a abordar el estrés.
Para ello me parece muy recomendable para dar a nuestros pacientes el documento
“El stress y el arte de amargarnos la vida”, publicado por el Ayuntamiento de
Madrid. Me gusta el documento porque hace un abordaje del stress no
medicalizador, explica los mecanismos con los que actúa este, y nos da algunas
claves para amargarnos menos la vida: fabricar un ambiente social adecuado,
cuidarse, relajarse, estar activos físicamente, reírse, y evitar el exceso de
ocupación. Todo ello en un lenguaje ameno y claro. No dejéis de leer, al final del documento, el
Decálogo del buen trato (muy útil).
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