La
obesidad, un factor de riesgo importante para las Enfermedades No Transmisibles,
se asocia con una disminución de la esperanza de vida de aproximadamente 5 a 20
años perdidos (según la gravedad de la afección y los trastornos comórbidos).
Su patogénesis, su complejidad, la epidemiologia global y sus causas, los
ambientes obesogénicos, los factores genéticos y socioculturales, y como podemos revertir la
epidemia de obesidad, se tratan en el excelente artículo de Nature Obesity:global epidemiology and pathogenesis.
En el
resumen se sintetizan las ideas claves del articulo:
La
prevalencia de la obesidad ha aumentado en todo el mundo en los últimos 50
años, alcanzando niveles pandémicos. La obesidad representa un importante
desafío para la salud porque aumenta sustancialmente el riesgo de enfermedades
como diabetes mellitus tipo 2, enfermedad del hígado graso, hipertensión,
infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, demencia, osteoartritis, apnea
obstructiva del sueño y varios cánceres, contribuyendo así a una disminución de
la calidad y la esperanza de vida. La obesidad también está asociada con el
desempleo, las desigualdades sociales y la reducción de la productividad
socioeconómica, lo que genera más carga económica. Hasta ahora, las
estrategias de prevención y tratamiento de la obesidad, tanto a nivel
individual como poblacional, no han tenido éxito a largo plazo. Las
intervenciones en el estilo de vida y el comportamiento destinadas a reducir la
ingesta de calorías y aumentar el gasto energético tienen una eficacia limitada
porque las adaptaciones hormonales, metabólicas y neuroquímicas complejas y
persistentes dificultan la pérdida de peso y promueven su recuperación. Reducir
la carga de la obesidad requiere enfoques que combinen intervenciones
individuales con cambios en el medio ambiente y la sociedad. Por lo tanto, una
mejor comprensión de las notables diferencias regionales en la prevalencia y
las tendencias de la obesidad podría ayudar a identificar las causas sociales
de la obesidad y proporcionar orientación sobre cuáles son las estrategias de
intervención más prometedoras.
El
problema es que la prevención y los tratamientos de la obesidad suelen fracasar
a largo plazo (por ejemplo, las intervenciones conductuales destinadas a
reducir la ingesta energética y aumentar el gasto energético) o no están disponibles
o no son adecuados (cirugía bariátrica) para la mayoría de las personas
afectadas. ¿
Sabemos
que los cambios en el sistema alimentario mundial, junto con el aumento de la
inactividad física y el sedentarismo, parecen ser los principales impulsores de
la pandemia de obesidad. Y que el mayor desafío es traducir nuestro
conocimiento de las principales causas del aumento de la prevalencia de la
obesidad en acciones efectivas; tales acciones podrían incluir cambios de
políticas que faciliten la elección individual de alimentos con contenido
reducido de grasa, azúcar y sal.
El articulo
concluye que, al igual que la prevención y control del tabaquismo, hacer frente
a la epidemia de obesidad mundial implica poner en marcha políticas de Salud Pública
específicas. Se debe promover la responsabilidad individual (comer sano y
movernos más) mediante campañas de promoción de estilos de vida saludables, y
se deben aplicar medidas políticas como los impuestos a las bebidas azucaradas,
y la prohibición de anuncios de comida insana dirigida a niños. Es el momento de
ponerlas en marcha.
Paco Camarelles
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