“Disciplinas tan diversas como la economía, la sociología,
la medicina, la informática, y la ciencia política se han interesado en la
interdependencia de los comportamientos a través de la red social humana. En
particular, los científicos se han comenzado a preguntar si nuestra salud y
otros comportamientos son contagiosos, ya que nuestras decisiones y acciones
afectan a las decisiones y acciones de nuestros contactos. Saber si existen
contagios conductuales, comprender cómo, cuándo y en qué medida se manifiestan
en comportamientos diferentes, nos permitirá pasar de estrategias de
intervención independientes a intervenciones interdependientes más eficaces que
incorporen los contextos sociales de los individuos en sus tratamientos”. Esta
es la introducción del interesante articulo recientemente publicado “Exercise contagion in a global social network”.
Los autores han
analizado los patrones registrados de ejercicio físico diario de más de un
millón de personas, en total superaron los 350 millones de kilómetros, en una
red social global de corredores durante más de 5 años. Este registro mostró que
el ejercicio es socialmente contagioso y que su contagiosidad varía con los niveles
relativos de actividad, y de las relaciones de género entre amigos. Los
corredores menos activos influencian a los corredores más activos, mientras que
lo contrario no es cierto. Tanto hombres como mujeres influyen en los hombres,
mientras que sólo las mujeres influyen en otras mujeres.
Los autores intentan explicar este contagio social a través de teorías
como la de la “Incrustación”, la de la Diversidad Estructural y la del Contagio
Complejo que explican en suplementos aparte.
En temas como la
obesidad y la felicidad ya disponemos de
estudios sobre su “contagio social”, como ya vimos en la entrada del blog ¿Es la obesidad contagiosa?
Acaban los autores comentando que, aunque la línea de
investigación sobre cómo influye o se contagian los comportamientos en salud tiene un tremendo potencial para mejorar la
política social, económica y empresarial, su avance científico ha sido
obstaculizado por tres desafíos empíricos distintos. Primero, aunque las
correlaciones entre los comportamientos y resultados de individuos socialmente
conectados son ubicuas, los efectos causales de influencia social son más
difíciles de identificar. En segundo lugar, los estudios de contagio social
sufren actualmente de un error sustancial de medición. Y en tercer lugar, la
investigación actual sobre la influencia social tiene una generalización
limitada.
Paco Camarelles
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