¿Qué es la reducción de daños en tabaco?
La reducción de daños (RD) busca minimizar los
efectos negativos del consumo de tabaco sin necesariamente eliminarlo. Se ha
aplicado con éxito en el ámbito de drogas inyectables para prevenir el VIH,
pero en tabaco es altamente controvertida.
En teoría, la reducción de daños en tabaco (RD)
podría plantease desde varias estrategias:
- Reducción de los niveles de sustancias tóxicas en el humo de los cigarrillos.
- Fomentar la sustitución del cigarrillo convencional por otros cigarrillos con muy baja nicotina y
- Fomentar la sustitución del cigarrillo convencional por otras formas “menos peligrosas” como el cigarrillo electrónico (e-cig)
¿Funciona realmente la reducción de daños en
tabaco?
En la práctica solo se ha promocionado esta última,
pero no por la salud publica sino por la industria de la nicotina. Los popularmente
conocidos como cigarrillos electrónicos (e-cigs), se caracterizan por el
calentamiento del líquido que contienen diversos productos que producen un
aerosol que contiene una combinación de sustancias químicas. Existen diversos
modelos y distintas generaciones, la mayoría contienen nicotina y mantienen la
adicción.
¿Son los cigarrillos electrónicos una
alternativa segura?
Hay que tener en cuenta que la distinta
concentración de tóxicos respecto al cigarrillo no significa menos riesgo a
medio y largo plazo. Los efectos
adictivos y las consecuencias respiratorias y cardiovasculares a corto plazo
pueden ser similares. El
aerosol afecta al epitelio nasal y bronquial, causa toxicidad celular, altera
proteasas, la función de los macrófagos, la inmunidad y la movilidad ciliar. Se
han asociado a incremento del riesgo de infarto de miocardio, ictus, asma,
EPOC, enfermedad metabólica y patología oral con riesgos similares a los del
cigarrillo convencional.
La publicidad de estos productos indica que tiene un 95% menos de riesgo que el cigarrillo convencional. Sin embargo, revisiones recientes concluyen que los e-cigs presentan una morbilidad un 20% menor que los cigarrillos convencionales pero el habitual consumo dual lo incrementa cerca de un 30%.
Una falsa premisa para proponer estos productos es la supuesta existencia de un “núcleo duro” de fumadores que no pueden dejarlo o han fracasado con otros métodos. Sin embargo, el control del tabaco reduce la prevalencia del tabaquismo y fomenta una población fumadora más susceptible a intervenciones basadas en la evidencia. Sobre la base del peso de la evidencia disponible, la “hipótesis del núcleo duro” debería descartarse. Un análisis superficial de la evidencia nos sugiere que bajo asesoramiento profesional puede ayudar a dejar el cigarrillo. La evidencia más reciente indica que hay una relación consistentemente débil entre uso de e-cigs y cesación en los ensayos clínicos e inapreciable en los estudios de cohortes.
En el artículo de Medicina “Clínica Reducción
de daños en tabaco: ¿realidad o marketing?”
se revisa la problemática de la RD en tabaco.
Saber más sobe reducción de daños
Los autores del articulo llegan a las siguientes conclusiones:
- Aunque la transición a un producto de tabaco o nicotina sin combustión puede reducir el riesgo en algunos individuos, la reducción de daños por tabaco en el ámbito poblacional solo se puede alcanzar por cesación completa y definitiva del consumo, por la prevención del inicio y por la protección de los no fumadores del humo ambiental del tabaco.
- La reducción del número de cigarrillos tiene evidencia como preparación a la abstinencia si se usa un máximo de 4 semanas antes de la cesación completa y definitiva. Los productos de nicotina farmacológica y quizá otros productos pueden tener un papel en este periodo.
- La industria del tabaco utiliza la RD como una estrategia de marketing más que como una medida de salud pública.
- No hay evidencia concluyente de que la sustitución del cigarrillo por Dispositivos Electrónicos de Liberación de Nicotina reduzca el daño poblacional por cuatro motivos principales: Promueven el consumo dual en adultos consumidores (60-80%), incrementan la vulnerabilidad a la recaída y retrasan o impiden el cese de la adicción a la nicotina, facilitan la transición al consumo de tabaco en menores multiplicando por tres el riesgo de inicio, y comprometen la des normalización del consumo de tabaco en la sociedad
- Las políticas de control del tabaco deben centrarse en aumentar impuestos, endurecer regulaciones y mejorar el acceso a tratamientos con evidencia.
En
definitiva, la reducción de daños en tabaco es más una estrategia comercial que
una solución real de salud pública.
Rodrigo Córdoba
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