Hoy invitamos a escribir en
el blog a Emilio Salguero, un médico de familia entusiasta de la intervención sobre
el estilo de vida de sus pacientes, ya conocido por los seguidores del blog por
una entrada anterior (Programa de abordaje integrado del exceso de peso y el sedentarismo desde atención primaria. Premio NAOS 2013).
Emilio ha participado en la
mesa semFYC, representado al grupo de actividad física, ¿Qué hay de nuevo en? del
pasado 35º Congreso semFYC Gijón 2015. En esta Mesa se recogen de forma
sintética las actualizaciones y novedades en las áreas de trabajo de algunos
GdT semFYC, y su repercusión en el quehacer diario de un médico de familia.
Emilio intentó disipar algunos mitos comunes sobre el binomio Actividad Física-salud
(ver presentación):
Mito 1. Juan, gestor
financiero, nos asegura que “con mi antihipertensivo, la metformina y la
pastilla del colesterol estoy perfectamente controlado y no necesito realizar
ejercicio…” Se equivoca. Al no realizar ejercicio (EF), Juan
desaprovecha los innumerables beneficios, en prácticamente todos los sistemas y
aparatos de su organismo, que su práctica produce. Beneficios en su mayor parte
no mensurables con los aparatos y análisis habituales, aunque también le harán
descender sus cifras de presión arterial y mejorar su perfil glucémico y
lipídico. Como referencia, seleccionamos un estudio desarrollado en varios
centros españoles y publicado en Physiology
(Exercise is the Real Polypill) que concluye afirmando que los beneficios del EF son muy superiores a cualquier combinación de fármacos (“polipíldora”) que administremos a nuestros pacientes.
Mito 2. Nuria, trabajadora social, dice no necesitar el ejercicio, porque “no me sobra ni un kilo”. También se equivoca Nuria. Aunque el EF resulta imprescindible para obtener éxito a largo plazo en el abordaje del exceso de peso, sus beneficios van mucho más allá, y son al menos tan elevados en los sujetos con peso normal respecto a los que tienen sobrepeso, algo conocido pero vuelto a poner en evidencia en este estudio sobre más de trescientos mil europeos (Physical activity and all-cause mortality across levels of overall and abdominaladiposity in European men and women: the European Prospective Investigationinto Cancer and Nutrition Study (EPIC)).
Mito 3. Nuestra encantadora
María, de 71 años, sostiene que “no
mejoraré de mis achaques, haga o no
ejercicio… El ejercicio es cosa de jóvenes”.
Podemos decirle a María que nada más lejos de la realidad, que son muy
numerosas y concluyentes las mejoras en el área cardiovascular, osteoarticular,
psicológica, cognitiva, etc., aunque se inicie la práctica de ejercicio después
de los 65 años. En el reciente Congreso Europeo de Cardiología se ha presentado
un estudio francés que muestra importante reducción de la mortalidad en
mayores, incluso con sesiones de actividad física de baja intensidad y corta duración (Exercise, however modest,found progressively beneficial to the elderly)
Mito 4. David y Marta son un
joven matrimonio que dan un paseo de casi una hora cada tarde, y que nos dicen
que así "...tenemos cubiertas todas nuestras necesidades de actividad
física…" Hemos de felicitarlos por este hábito (¡cuánto más
saludable sería nuestra población si todos hiciésemos lo mismo!), que además
fortalecerá su relación de pareja, pero no es suficiente. Como podemos extraer -por
ejemplo- de las Recomendaciones Mundiales de la OMS ,
“Se obtienen aún mayores beneficios para
la salud si los adultos alcanzan 300 minutos de AF a la semana, así como si
realizan 150 minutos de AF aeróbica intensa”. “ Asimismo, conviene realizar,
dos o más días a la semana, ejercicios de fortalecimiento de los grandes grupos
musculares”.
Mito 5. Terminamos con Javier, administrativo de
nuestro centro de salud, que casi todas las tardes juega al tenis, y nos dice,
con cierta sorna: “Yo supero
largamente los 150 minutos/semana recomendados, y mi ejercicio es variado
asimismo…” No es por llevarte
la contraria, amigo Javier, pero aunque esos partidillos son estupendos para tu
salud física, psíquica y social, esos largos ratos que pasas “inmóvil” en tu
mesa, hablando por teléfono o escribiendo al ordenador, constituyen un factor
de riesgo de enfermedad, independiente de que por la tarde (“en diferido”), corras
y saltes por la pista de tenis… Deberías incorporar pequeñas “pausas activas”, de
5 minutos, cada hora, durante la jornada laboral. Al efecto, os dejo un
estudio, publicado hace unos meses (Sedentary Time and Its Association With Risk for Disease Incidence,Mortality, and Hospitalization in Adults: A Systematic Review and Meta-analysis) y este divertido pictograma elaborado por unos compañeros.
No podemos terminar este post
sin recordaros el gran poder del ejemplo,
el que podemos ejercer con nuestro estilo de vida (¡activo!) sobre nuestros
pacientes y conocidos…
Desde la
experiencia y el afecto, os animo a utilizar
las evidencias científicas no sólo para ayudar a vuestros pacientes… ¡Cuidémonos los médicos, y cuidaremos
mejor!
¡Muchas gracias a todos!
Emilio Salguero Chaves.
Médico y tutor de MFyC. CS Valdepasillas. Badajoz
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