No tomar el sol puede ser tan malo como fumar. ¿Podría ser la
exposición solar un nuevo hábito de
vida saludable? A estas sorprendentes conclusiones llega un estudio, el
Melanoma in Southern Sweden (MISS),
publicado el pasado mes de marzo de 2016, tras seguir de forma prospectiva durante más de 20 años a casi 30.000
mujeres suecas ( the Journal of Internal Medicine. Avoidance of sun exposure as a risk factor for major causes of death: a competing risk analysis of the Melanoma in Southern Sweden cohort).
Las mujeres no fumadoras que evitaban la exposición solar
tenían una esperanza de vida similar a las fumadoras que sí tomaban el sol.
Comparado con la cohorte de mayor exposición solar, las mujeres que no se
exponían al sol tenían una expectativa de vida menor, entre 0,6 a 2,1 años
menos, principalmente debida a un exceso de muertes por causa cardiovascular y
no cardiovascular/no oncológica. Como no podría ser de otra manera, el riesgo
de cáncer de piel era mayor en el primer grupo. No obstante, el pronóstico de
estas neoplasias era mejor en expuestas que en no expuestas. Los autores
concluyen que el hábito de evitar el sol es un factor de riesgo de
mortalidad por todas las causas de
magnitud similar al tabaquismo.
Este artículo se añade a la ingente cantidad de
publicaciones que abordan este problema de Salud Pública: sol y salud.
Nuestro estilo de vida actual hace que nos expongamos al
sol cada vez menos. Salimos poco de casa y cuando lo hacemos evitamos consciente
o inconscientemente la exposición solar (nos movemos en coches, hacemos deporte
en gimnasios, trabajamos dentro de edificios, etc). Cuando nos exponemos
conscientemente (vacaciones, excursiones en la playa o montaña) lo hacemos
siguiendo las recomendaciones de los dermatólogos, protegidos por la eficacia,
más que controvertida, de los fotoprotectores, tópico que por sí solo daría
para otra entrada en nuestro blog.
La principal fuente de vitamina D (90% de nuestros
niveles plasmáticos) es la exposición solar. Probablemente a consecuencia de
nuestros hábitos, la prevalencia de déficit de vitamina D es elevadísima,
independientemente de la latitud, de la edad o del punto de corte diagnóstico
que escojamos. Está claramente demostrado por estudios observacionales de buena
calidad que el déficit de vitamina D, variable subrogada de exposición solar,
está asociado a numerosas enfermedades (cardiometabólicas, infecciosas,
autoinmunes, oncológicas) y a un aumento de mortalidad. Es más, los suplementos
de vitamina D disminuyen la mortalidad total, sobre todo en mujeres
postmenopáusicas, según la última revisión Cochrane.
Vitamin D supplementation for prevention of mortality in adults.
Sin embargo, al no
existir ensayos clínicos aún (hay unos cuantos en marcha) diseñados
específicamente para demostrar que la suplementación con vitamina D disminuya
la morbimortalidad, no se puede asegurar que los niveles bajos de vitamina D
causan enfermedad o si, por el contrario, el hecho de enfermar hace que nos
expongamos menos al sol y tengamos niveles de vitamina D más bajos. Es decir,
la deficiencia de vitamina D, incuestionable marcador de exposición solar y
agente causal de raquitismo/osteolamacia, podría ser nada más que un marcador
de otras enfermedades y no causa de ellas.
En cuanto a la asociación de sol y riesgo de cáncer de
piel también se han escrito ríos de tinta al respecto. Como siempre, al no
haber ensayos clínicos, las evidencias no son definitivas. Los estudios
observacionales encuentran relación entre la exposición solar episódica
(vacacional) y los 3 tipos de cáncer de piel (melanoma y carcinomas
espinocelular/basocelular) pero no así la exposición laboral (ocupacional). Behavioral Counseling to Prevent Skin Cancer: A Systematic Review for the U.S. Preventive Services Task Force
El único estudio
de intervención hasta la fecha es el Nambour Skin Cancer Prevention Trial,
llevado a cabo en Australia, continente con la mayor incidencia de cáncer
cutáneo del mundo, donde se evaluó la eficacia de la fotoprotección con cremas
y se vio que únicamente disminuía el riesgo del espinocelular, pero no el del
basocelular ni el del melanoma.
Daily sunscreen application and betacarotene supplementation in prevention of basal-cell and squamous-cellcarcinomas of the skin: a randomised controlled trial
Y, mientras tanto, ¿qué hacer? ¿Recomendamos a nuestros
pacientes la exposición solar, sí o no? Y si no la recomendamos, ¿prescribimos
suplementos de vitamina D?
Tomar el sol, y mortalidad ¿Podría ser la exposición solar un nuevo hábito de vida saludable? Como diría Hamlet:
“To be, or not to be - that is the question”.
Joaquin San Jose
Grupo de educación sanitaria y promoción de la salud del PAPPS
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