Hoy comentamos en el blog este libro que pienso que cubre
una necesidad que teníamos en nuestro país. Está escrito por un reconocido
periodista, Carles Escolá, al que conozco y con el que he colaborado desde hace
años. Precisamente fue el periodista que sacó hace años en El País los papeles
internos de lobby de la industria tabaquera en España. En los EEUU, este tipo
de libros sobre temas de salud escritos por periodistas de investigación son
relativamente habituales, aquí no. Creo que se trata de un trabajo
excepcional. Además, documenta muchas de las cosas que hemos hecho desde el
movimiento de prevención, y también las idas y venidas de los gobiernos. Y por
supuesto, las maniobras de la industria tabaquera, con detalle. Os recomiendo su
lectura, y que se valore su posible uso como material docente.
El libro "Licencia
para matar. Una historia del tabaco en España" (Editorial Península)
relata por primera vez las dificultades de la lucha contra el tabaquismo y las
"presiones" de la industria tabaquera en España, donde cada año
fallecen 60.000 personas por fumar, un millón de muertos en los últimos 30
años, según los expertos.
El autor
de esta investigación, ha explicado que su relato describe con detalle el
"cambio cultural" que ha supuesto en España las leyes regulatorias
contra el tabaquismo, que han permitido en la última década que sean espacios
libres de humo desde restaurantes a zonas de trabajo.
“Licencia
para matar”, que ha salido a la venta coincidiendo con el Día Mundial Sin
Tabaco, denuncia las "malas
prácticas" de la industria de la nicotina, que durante años no informó
explícitamente a los consumidores que los cigarrillos generan adicción e
importantes enfermedades, pues el tabaco provoca cada año la muerte prematura
de entre cinco y seis millones de personas en todo el planeta, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Rodrigo Córdoba García
Carles Escolà, redactor jefe de la Agencia EFE
¿Por qué motivo ha escrito el libro?
En
el año 2000, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo me hizo llegar una
serie de documentos desclasificados de la industria sobre España a raíz de los
litigios contra las tabaqueras en EEUU. Me quedé perplejo porque me di cuenta
de que de su estrategia comercial, sin ningún tipo de reparos sobre la salud de
los ciudadanos, depende cada día la vida de miles de personas. Su negocio
reside en el engaño –antes con la nicotina y ahora ocultando los aditivos- y es
un tipo de actividad que cuanto más mata más beneficios logra. El truco reside
en el relevo generacional de los adictos y en ir ampliando el negocio en los
países subdesarrollados con menos regulaciones.
¿Qué denuncia en el libro?
Que
las multinacionales tabaqueras tienen algo así como una ‘licencia para matar’.
La administración les otorga la concesión para comercializar un producto que no
reporta nada positivo a la sociedad, pues sólo causa adicción, enfermedad y
muerte prematura. Y lo hacen sin apenas controles tras haber engañado durante
décadas ocultando que los cigarrillos son adictivos y provocan cáncer y otras
patologías. La industria además, para lograr sus objetivos comerciales, dispone
de los mejores despachos de relaciones públicas para hacer lobbismo con los
partidos e instituciones.
¿La
industria presiona a los políticos?
Por
supuesto. Incluso hay un caso en el que un representante de la industria dejó
por un tiempo la actividad tabaquera para ser eurodiputado y cuando finalizó su
mandato volvió a su puesto en Philip Morris en España....eso son puertas
giratorias, pero de 180 grados. La industria tabaquera es pionera en el
lobbismo y han tenido que pasar muchos años para que algunos partidos les hayan
hecho frente. La OMS ha ayudado mucho
para superar el cabildeo.
¿Las regulaciones han servido de algo?
Por
supuesto, de entrada en la última década hay un millón menos de fumadores y se
ha notado mejorías en patologías pulmonares y cardiovasculares. En el cáncer,
los beneficios serán más a largo plazo. Los fumadores pasivos están hoy mucho
más protegidos, aunque surgen nuevas amenazas, como la relajación en el
cumplimiento de la ley en espacios de ocio nocturno o los cigarrillos
electrónicos, un caballo de troya impulsado por las tabaqueras para volver a
normalizar el hábito de fumar.
¿Le ha sorprendido algo en concreto
durante su investigación?
Muchas
cosas. Dos ejemplos: que el Ministerio de Sanidad se haya negado a informar
ante los tribunales de todos los componentes de los cigarrillos pese a haber
sido requerido para ello en dos causas, en la Audiencia Nacional y el Tribunal
Supremo, y eso que la ley indica que las tabaqueras deben informar de sus
componentes anualmente al Gobierno. Y una segunda cuestión, la colaboración de
algunos médicos con la industria tabaquera. Me sorprendió que el presidente de
honor de la Real Academia de Medicina, Hipólito Durán, hiciese de perito para
Japan Tobacco International en un pleito por tabaquismo. Es como si el
presidente de Greenpeace hiciese un informe favorable para una petrolera que
hace vertidos.
¿Los médicos pueden colaborar más contra
el tabaquismo?
La
clase médica y el CNPT deben seguir haciendo presión para seguir recuperando
espacios saludables y ayudar a la gradual erradicación de un hábito que nada
bueno aporta. Ahora la lucha debe ser el empaquetado genérico y hay que
denunciar que en este país no se hacen campañas de prevención entre
adolescentes, lo que me parece muy grave. Ha habido mucha desidia en los
últimos cuatro años.
¿Cuáles deben ser los próximos pasos?
Además
del empaquetado neutro, hay que sacar el tabaco del IPC para que sea más fácil
subir el precio de la cajetilla, prohibir fumar en el coche con menores, en las
playas y espacios naturales, y seguir presionando para que las tabacaleras
informen de todos los aditivos que utilizan, que han convertido los cigarrillos
en un peligroso producto de ingeniera química altamente adictivos y
cancerígenos.
Rodrigo
Córdoba García. Grupo de educación sanitaria y promoción de la salud del PAPPS.
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