El
modelo de la rueda del cambio sistematiza las intervenciones efectivas para el
cambio de conducta en estilo de vida, e identifica tres factores que necesitan
estar presentes para que ocurra cualquier comportamiento: capacidad,
oportunidad y motivación. Por otra parte, la motivación es una parte
fundamental del modelo y la teoría PRIME proporciona un marco para comprender
cómo los procesos de pensamiento reflexivo (procesos de planificación y
evaluación) y procesos emocionales y rutinarios (procesos de motivación e
impulso/ inhibición) interactúa, en cada momento conduciendo al comportamiento
(Respuestas) en ese momento.
Los autores de ambos modelos, Susan Michie y Robert
West, aúnan los dos modelos en el interesante articulo A brief introduction to the COM-BModel of behaviour and the PRIME Theory of motivation
La imagen muestra como la capacidad y
la oportunidad para cambiar un comportamiento en salud y la motivación se influyen
mutuamente.
En primer lugar, capacidad y oportunidad influyen en la relación entre la motivación y el comportamiento,
más que en el comportamiento en sí mismo. Cuanto mayor sea la capacidad y la oportunidad,
es más probable que se produzca un comportamiento porque se puede poner en
marcha la motivación para el cambio de conducta. Si un fumador se siente capaz
de dejar de fumar, y su médico de familia le ofrece ayuda para el abandono del
tabaco, puede aumentar y movilizar su motivación para intentarlo.
En segundo lugar, tanto la capacidad
como la oportunidad influyen a menudo en la motivación de una persona para
cambiar un comportamiento. En general, cuanto más capaces somos, o creemos que
somos, de cambiar un comportamiento y cuanto más propicio es el entorno para
llevarlo a cabo, más tendemos a querer hacerlo. Por el contrario, cuando un
comportamiento es difícil, o creemos que lo es, estamos menos motivados para
hacerlo (a menos que la dificultad sea en sí misma parte de la atracción). El
no poder fumar en bares y restaurantes de la Ley del Tabaco de 2011 movilizó a
muchos fumadores a intentar dejar de fumar.
En tercer lugar, el comportamiento se
retroalimenta de sus tres precursores, a veces creando ciclos de
retroalimentación y, a veces, creando ciclos negativos. Por ejemplo, al
participar en un comportamiento como aprender a conducir que requiere
habilidad, practicar la conducción mejora la capacidad que aumentará la
motivación para participar en el comportamiento.
En cuarto lugar, la motivación se
puede considerar como una cantidad o suma asociada a cualquier comportamiento
que la capacidad y la oportunidad permitirían en una situación dada. La motivación
tiene un componente reflexivo y otro automático que se influyen. A su vez, siempre
implica una competencia entre comportamientos alternativos, lo que significa que para que un fumador deje de fumar debe haber una disminución de la motivación para
seguir haciéndolo, y un aumento de las razones para dejarlo (el conocido balance
decisional).
La Teoría PRIME de la motivación, representada arriba, se desarrolló para reunir en un marco único, el gran número de modelos y teorías de la motivación que se utilizan actualmente, incluidos algunos que se centran en los procesos de elección reflexiva, en las emociones y los impulsos, y los que se centran en el hábito y el instinto.
Los comportamientos consisten en respuestas que son generadas por procesos cerebrales que crean y comparan impulsos e inhibiciones que puedan competir o reforzarse entre ellos. Como tal, la teoría PRIME reconoce un principio fundamental del comportamiento humano que es que en cada momento actuamos en línea de lo que más queremos o necesitamos en ese momento, lo que implica emociones negativas o positivas. También que pensamos en las cosas buenas y malas del comportamiento o de la ausencia de este. Todo ello nos lleva a los planes que son autoconscientes intenciones de representar comportamientos bajo ciertas condiciones, p. ej. en un momento dado o en respuesta a un conjunto dado de circunstancias. Los planes forman la estructura general del comportamiento humano y están representados en tareas diarias y listas de tareas físicas o mentales.
Por ejemplo, en el caso de un
fumador, el impulso a encender un cigarrillo puede reforzar su adicción,
creyendo que es lo que necesita en un momento en el que tiene su ánimo bajo,
por ejemplo. Sin duda puede pensar que es perjudicial para su salud hacerlo,
pero si no lo hace va a ser peor por el mono que le puede dar. Todo ello condiciona
su plan para seguir fumando o dejarlo.
La intervención sobre el estilo de vida
es uno de los principales campos de interés de nuestro grupo de trabajo de educación
sanitaria y promoción de la salud del PAPPS, y sobre ello reflexionamos en nuestras recomendaciones.
Paco Camarelles
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