Hoy
mencionamos y resumimos en el blog un antiguo, pero interesante artículo. que nos habla
sobre por qué es tan difícil cambiar el comportamiento relacionado con la salud
Why is changing health-related behaviour so difficult? El objetivo del artículo
es demostrar que seis errores son los más comunes en los intentos de cambiar el
comportamiento en salud, que han impedido la implementación de la evidencia
científica derivada de la psicología y la sociología en este campo; y sugerir
un nuevo enfoque que incorpore desarrollos recientes en las ciencias del
comportamiento. La prevención de las enfermedades no transmisibles pasa por un
cambio de comportamiento en salud relacionados con el consumo de dogas, tabaco
y alcohol, la alimentación y la inactividad física.
Estos son los seis errores mas comunes:
Cambiar
es solo sentido común
Por
sentido común se refieren a la idea de que entender el comportamiento humano es
tan obvio que requiere poco o ningún pensamiento serio. Si
cambiar el comportamiento se tratara simplemente de hacer cambios simples de
sentido común y buenas elecciones, entonces todos podríamos hacer cualquier
cambio que quisiéramos, cuando quisiéramos, pero no lo hacemos. Preguntemos a
cualquiera que haya intentado dejar de fumar o perder peso, el cambio es
difícil y requiere motivación y apoyo sostenidos. El comportamiento humano es
el resultado de la interacción entre el hábito, las respuestas automáticas a
los entornos inmediatos y más amplios, la elección consciente y el cálculo, y
se encuentra en entornos sociales y culturales complejos. Además están los determinantes
comerciales de la salud, sostenidos y alimentados por industrias altamente
rentables que venden productos que enferman a las personas.
Se
trata de transmitir el mensaje
Algunos
argumentan que, cambiar el comportamiento relacionado con la salud, es
simplemente una cuestión de conseguir el empaquetado correcto de los mensajes.
Si
pudiéramos transmitir el mensaje de alguna forma que la gente pudiera entender
e identificarse, entonces cambiarían en respuesta. Sin
embargo, las ciencias psicológicas demuestran que los modelos simples de
estímulo-respuesta explican solo una pequeña fracción del comportamiento
humano. Así que la noción de que la respuesta a los mensajes dice todo lo que
hay que decir sobre el cambio de comportamiento está muy lejos de la realidad.
El
punto clave es que comprar un coche o un tubo de pasta de dientes no es el
mismo tipo de comportamiento que tomar la decisión de dejar de fumar o no tener
sexo sin protección. Hay mucho más en juego que simplemente transmitir el
mensaje. Las campañas pueden tener un papel importante y pueden ser efectivas,
pero son solo una parte de una estrategia total y el cambio de comportamiento
no se trata solo de mensajes simples.
El
conocimiento y la información impulsan el comportamiento.
Otro
error común relacionado, del que la literatura de las ciencias del
comportamiento advierte a los incautos, es privilegiar el papel de la
información de fuentes expertas como motor del cambio de comportamiento. Dado
que, para muchos profesionales, transmitir experiencia significa transmitir
información, lo que este modelo asume es que si les decimos a las personas las
consecuencias negativas de comer en exceso o hacer poco ejercicio, cambiarán su
comportamiento en consecuencia. Esto claramente no es cierto y todo clínico y
profesional de primera línea sabe que no es cierto. Dar información a las
personas no las hace cambiar.
Las
personas actúan racionalmente.
Una
mala interpretación relacionada es que las personas actúan racionalmente y que
hacen lo que saben que es sensato y lógico después de una evaluación crítica y
racional de la evidencia, maximizando ganancias y minimizando costos del cambio
de comportamiento. Nuestro trabajo como educadores de salud o defensores de la
salud pública es proporcionar la evidencia. Nuevamente, esto asume que si les
decimos a las personas lo que es bueno para ellos y lo que necesitan hacer para
proteger su salud, lo harán. Sin embargo, claramente no es así. El
concepto de "empujón" en la conformación del comportamiento humano ha
sido significativo en la popularización de la importancia del sistema
automático. El comportamiento de salud es mucho menos racional y está mucho
menos impulsado por procesos conscientes y cognitivos de lo que se reconoce en
la noción del humano que solo usa un cálculo racional. La
proposición del empujón es que gran parte de nuestro comportamiento está
impulsado por respuestas automáticas que requieren poco compromiso cognitivo,
controladas por nuestro estado mental y desencadenadas por características del
entorno. El "empujón" se refiere a pequeños cambios en el entorno
físico o social que hacen que ciertos comportamientos sean más probables:
colocar frutas y verduras frescas al frente de una exhibición de alimentos es
un ejemplo obvio de un empujón que hace más probable elegir alimentos más
saludables.
Las
personas actúan irracionalmente.
Sin
embargo, tampoco es cierto lo contrario. Si las personas no actúan
racionalmente todo el tiempo, tampoco son siempre irracionales. Las
personas tienen sus propias razones para hacer las cosas. Los comportamientos
que persisten tienden a ser funcionales para las personas. Es arrogante asumir
que las personas consumen alcohol, chocolate o pasteles de crema porque son
irracionales o simplemente se comportan de manera irreflexiva o estúpida. Los
actores humanos son profundamente conocedores de su propio comportamiento, pueden
explicarlo de manera significativa que no solo tiene sentido para ellos, sino que,
si nos tomamos la molestia de escuchar esas explicaciones, la racionalidad
dentro de ellas es clara.
Es
posible predecir con precisión
Y por
último, aunque hemos avanzado mucho en la identificación de factores clave que
moldean el comportamiento y en lo que funciona para cambiarlo, todavía es muy
difícil decir con certeza cómo se comportarán las personas en una situación
dada. Incluso en los modelos más cuidadosos, queda una gran cantidad de
variación en los resultados de comportamiento individual. La predicción del
comportamiento de un individuo y la predicción precisa de qué cambios
resultarán de un estímulo específico están limitadas a un pequeño número de
respuestas altamente automáticas y a marcos de tiempo relativamente cortos.
El
conocimiento sobre las relaciones y los mecanismos que operan entre las
acciones individuales y los patrones sociales es escaso y, por lo tanto, ofrece
poco en qué basar las intervenciones.
Los autores concluyen que predecir el comportamiento y apoyar el cambio de comportamiento no es ni obvio ni de sentido común. Requiere una ciencia cuidadosa y reflexiva que conduzca a una comprensión profunda de la naturaleza de lo que motiva a las personas y de las presiones sociales y económicas que actúan sobre ellas. Si entendemos estos factores, estaremos mejor capacitados para apoyarlos en su cambio.
Todo un campo de conocimiento e investigación.
Paco Camarelles
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